M. Night Shyamalan nació el 6 de agosto de 1970 en Pondicherry, La India, bajo el nombre de Manoj Nelliyattu Shyamalan, pero en su niñez se trasladó con sus padres, ambos médicos, a los Estados Unidos, concretamente a Philadelphia, ciudad que, años después, serviría de escenario a muchas de sus futuras obras cinematográficas.

Fascinado por el cine ya desde joven, estudió cinematografía en la Tisch School of Arts de Nueva York y mucho antes de iniciar su carrera como realizador ya había rodado sus primeros y múltiples cortos caseros.

Su primer largometraje como director y guionista sería Praying with anger, en 1992, una película también interpretada por el propio Shyamalan, en la cual abordaba la historia, de claros tintes autobiográficos, de un joven hindú criado en Estados Unidos que retornaba a su país de origen para estudiar un curso universitario sintiéndose como un extraño en su propia tierra. Praying with anger fue recibida con notables críticas en los Festivales donde fue estrenada y acabó siendo elegida mejor película debut del año para el Instituto de Cine de Los Angeles.

Un año después del estreno de su primera película, en 1993, Shyamalan contrajo matrimonio con Bhavna, con quien todavía permanece felizmente casado.

Tras unos años sin actividad como director, Shyamalan rodó su segundo largometraje en 1998, titulado Los primeros amigos, un drama familiar protagonizado por Joseph Cross y Robert Loggia.

Pero su gran y primer éxito no llegaría hasta 1999 con El sexto sentido, película que se convierte en la gran revelación del año e instaura un período en Hollywood dominado por la producción de thriller sobrenaturales y psicológicos, a la sombra del éxito de su película. El film destaca por su habilidad en la construcción del suspense, un elaborado guión con un giro final sorprendente y la destacada interpretación del pequeño actor Haley Joel Osment.

El autor, influenciado en su cine por directores como Alfred Hitchcock o Steven Spielberg, prosiguió su andadura cinematográfica con otro thriller paranormal titulado El protegido en el año 2000, un título en el cual Shyamalan rendía tributo a una de sus grandes aficiones, el mundo del cómic.

Volvería a las pantallas en 2002 con Señales, protagonizada por Mel Gibson, y adentrándose en encuentros alienígenas para llegar en 2004 a realizar El bosque un extraño y envolvente cuento con Joaquin Phoenix y Bryce Dallas Howard a la cabeza.

La joven del agua en 2006 era una especie de cuento de hadas fantástico protagonizado por Paul Giamatti y, una vez más, Bryce Dallas Howard.

Su última obra hasta el momento es El incidente, estrenada en junio de 2008, en la que nos plantea una historia de carácter apocalíptico y lucha contra la naturaleza.

Como otros muchos actores también Shyamalan utiliza el recurso del cameo en sus películas, con mayor o menor importancia de sus papeles, desde el papel importante que ejerce en La joven del agua, hasta el pequeño reflejo en un cristal en que aparece en El bosque. También ha decidido siempre ser el guionista de sus propias películas, lo cual me parece un gran acierto.

Como curiosidad su segunda película fue estrenada en España en junio de 1999, algunos meses antes de El Sexto Sentido.

Sus dos primeras obras son inéditas para mi, aunque parecen obras menores no por ello tienen porque ser desdeñables. Si alguién las ha visto que me cuente.

El gran éxito de Shyamalan y reconocimiento de público y crítica llegaría con esta notable película que obtuvo en los Oscar del año 2000 seis nominaciones.

Para mi esta película fue una gran revelación, el descubrimiento de este gran director, al que sigo y admiro desde entonces. En el cine la vi dos o tres veces y aún así sigue haciéndome saltar del asiento en los mismos sustos que ya conozco de memoria. Ya conocía el inesperado final del film antes de verla en en el cine (me lo habían destripado...), aún así la película me dio mucho miedo y me pareció excelentisimamente dirigida, narrada y filmada. Tenía un estilo único que Shyamalan continuaría en el resto de sus largometrajes.


El Sexto Sentido no solo supuso una gran revelación personal para mi sino también para el mundo del cine de suspense en general al convertirse en una excelente muestra de lo que debe ser una película de ese calibre. El director nos cuenta en su obra maestra una historia atada en todos los cabos, sin prisa pero también sin pausa, enganchándote desde la primera secuencia y mostrándote unos personajes humanos y reales, profundamente conocidos y mostrados, guiándonos a lo largo de todo el metraje hasta uno de los giros más sorprendentes y efectivos que hemos tenido el placer de disfrutar.

Consigue hacer con el doctor Malcolm Crowe uno de los mejores papeles de Bruce Willis y nos presenta a un pequeño gran actor de la talla de Haley Joel Osment que resulta ser realmente impactante.

En El Protegido Shyamalan nos cuenta la historia de Davin Dunn, protagonizado por Bruce Willis una vez más, un guarda de seguridad que resulta ser el único superviviente de un gran accidente ferroviario. Después de tan extraño suceso conocerá a un extraño hombre llamado Elijah Price, perfectamente encarnado por Samuel L. Jackson en uno de sus papeles más diferentes, un hombre que debido a una extraña enfermedad le llaman desde niño Don Cristal, ya que tiene una extrema debilidad en su estructura osea, la confrontación de ambos personajes, producirá en David un gran sentimiento de desconocimiento sobre sí mismo, llegando a plantearse si la teoría de Elijah es cierta y puede ser realmente un superheroe de tebeo o es solo la imaginación de un hombre enfermo y desesperado por su propia existencia.

Más controvertida fue su segunda obra, que tuvo críticas muy diversas y contradictorias. En mi opinión, junto con El Sexto Sentido, su mejor obra. Una película con un culto muy conseguido hacia el mundo del comic y brillantemente resuelta, algo lenta en su metraje, pero que no pierde su esencia hasta llevarnos hasta un final tan digno de Shyamalan como el de su primer gran éxito.

Como ya hizo en su primer gran éxito nos ofrece un gran conocimiento de los personajes, por ello la película resulta bastante lento, por lo que nos ofrece de cada uno de ellos. Es por esta razón que no será una película que entusiasme a todos sino tan solo a algunos, los que sean capaces de ver en ella su verdadera magnificencia. Lo más grande de esta película nos lo aporta sin duda Samuel L. Jackson con su papel magníficamente resuelto y creíble.

Señales sería la siguiente película de Shyamalan. Mantiene el ritmo a lo largo de todo su metraje aunque el final, en mi opinion, decepciona un poco. La escena final del alienígena nada tiene que ver con lo que esperaba de Shyamalan y lo que me ofrece en el resto de la película, de la que destacaría la escena del reflejo en el cuchillo o la que están encerrados en el sótano, que tan poco dejan ver y tanto expresan, en cambio en su giro final lo muestra todo, más de lo que, en mi opinión, desearíamos ver. Muchas veces tiene mayor poder la imaginación que la visualización y Shyamalan ha demostrado que sabe como sacar partido del gran poder de nuestra imaginación.

En esta película nos presenta unos personajes de una forma muy profunda y clara, llenos de matices y luces y sombras. Quizás en la película donde más llega a ahondar en sus propios personajes y a hacerlos los verdaderos protagonistas, siendo la trama de la historia solo una forma de conocerlos y de ver como son, lo que pueden hacer y soportar. Todos los actores cumplen fantásticamente con su papel, como protagonistas tenemos a Mel Gibson y Joaquin Phoenix y dos pequeños, Rory Culkin (el hermano pequeño de Macauly) y Abigail Breslin (antes de optar al premio de Pequeña Miss Sunshine), que son realmente los que marcan el ritmo de la historia, como si la viesemos a través de sus inocentes ojos.

El bosque supuso para el público en general una decepción al presentar en los trailers una película de terror y encontrarse en la sala con una especie de fábula o cuento en su matiz más tenebroso. Para mi, en cambio, fue otra gran experiencia brindada por Shyamalan, visualmente perfecta, hipnótica y única.

Desde el comienzo de la película sentí que estaba ante algo especial, distinto de lo que me habían vendido pero que me iba a hacer sentir. La película es más insinuante que terrorífica, lo mejor que sabe hacer Shyamalan, sugerir, crear la atmósfera claustrofóbica y misteriosa que nos atrapa. La película lejos de querer aterrorizarnos quiere hacernos pensar, y sentir como solo el cine es capaz de hacer y como solo Shyamalan es capaz de transmitir.


El aspecto visual de la película es probablemente lo más cuidado de ella, los colores y el lugar concreto están siempre elegidos, la película se basa fundamentalmente en los colores y a ellos les saca partido hasta el punto de conseguir que seamos capaz de oler los colores y sentir con ellos. La fotografía y la banda sonora, absolutamente magníficas. Y en cuanto a los actores Bryce Dallas Howard resulta ser la que más brilla, Joaquin Phoenix se apaga a lo largo de la historia y William Hurt va cogiendo fuerza.

Como en sus anteriores obras, te atrapa a lo largo de todo el metraje para acabar llevándote hasta un final sorprendente y perfecto donde todo coje lucidez y sentido, donde al fin comprendes y reflexionas.

La historia nació en la cabeza de este director como un cuento para contar a sus hijas a la hora de ir a dormir, y tanto se entusiasmó él con su propio cuento que decidió trasladarlo a la gran pantalla.

Pero a la hora de comercializarla se cometió con La joven del agua el mismo error que con El bosque vendiéndola en los trailers como una película de terror, que en este caso quedaba muy lejos de ser, ya que frente a la pantalla nos encontramos con un bonito y triste cuento de "hadas" y seres mágicos, con simplemente alguna que otra escena que daba algún susto.

Técnicamente, consigue con la música y la fotografía, como ya hizo en sus anteriores películas, general el clima de intriga e inquietud que lo guia alrededor de su hora y media de metraje, cuida mucho la colocación de la cámara para mostrarnos en cada momento lo que debemos ver o dejar de ver.

En esta película el director supera el simple cameo para convertirse en un actor más de su cinta, con un papel importante en la misma. Para mí, mejor que se quede detrás de la cámara que es donde realmente es capaz de hacer magia, su interpretación no pasa de ser curiosa por ser quien es. Los que realmente hacen las delicias de esta película son sus dos protagonistas, Paul Giamatti en el papel del bueno de Cleveland Heep y Bryce Dallas Howard como la ninfa del mar Story.

Aunque si que es una buena película, se enreda mucho y me parece la menos memorable de sus películas. Pero aún así bien merece un digno visionado. Hay que verla como algo diferente del resto de sus películas, como un cuento encantador y bonito, lleno de corazón y en el que quería abarcar tanto que hay muchas cosas que acabaron escapando y liándose en demasía. Se convierte en un cuento que os hará disfrutar de la magia si os dejais llevar por la historia sin ningún prejuicio, porque al fin y al cabo lo que pretende un cuento no es más que eso, hacernos soñar.

En esta ocasión Shyamalan se traiciona un poco a sí mismo al realizar una película en la que muestra mucho más de lo que deja a la imaginación, guiado supongo por todas aquellas críticas que lo condenaban de engañar a los espectadores prometiendo una película de terror que luego no era, en esta ocasión Shyamalan se deja llevar por ello y da lo que promete el trailer. En mi opinión esto le hace un flaco favor, la película está bien, se respira a Shyamalan en muchas de sus imagenes pero muchas otras no son propias de él, muestran demasiado, que no es necesario ver, que resulta más mágico y terrorífico para el alma cuando tan solo se insinua. Espero que el director aprenda de su error y vuelva a darnos el cine que nos ha enamorado a todos sus fans y haga oídos sordos a las malas lenguas y sus críticas, porque su cine tiene más magia y terror psicológico que todas las típicas películas de terror que el pueblo pide a gritos.

Aún así nos regala una buena película, con escenas memorables que hielan la sangre de la forma más sutil. Con esa atmósfera que consigue en todas sus películas, que te envuelve y te atrapa a seguir participando de su historia.


La pérdida de metraje en enseñar escenas más terroríficas provoca que tenga menos tiempo para presentarnos a sus personajes, para dárnoslos a conocer, lo que provoca que sean más planos y con menos matices a lo que nos tiene acostumbrados, y eso se echa mucho en falta, el personaje que más nos enseña, en sus silencios y sus profundas miradas, es el de Alma, encarnada por los intensos ojos azules de Zooey Deschanel. El personaje principal de Elliot en la piel de Mark Walhberg, personalmente no acaba de convencerme. La pequeña Ashlyn Sanchez como Jess hace un papel correcto y me quedo con ganas de saber más de su padre Julian, John Leguizamo, que supone un gran golpe inesperado. También le falta su habitual cameo que le da una chispa en todas sus películas.

La película en sí queda correcta, pero falta mucho de Shyamalan en ella, parece querer convertirse en una película más que aficione al público y pierde la componente tan especial que le daba su director, ese profundo conocimiento de sus personajes, esa angustia corporal en cada una de sus imagenes cuando solo nos dejaba imaginar, ese esperado e inimaginable final que ataría todos los cabos. Queda bastante vacía. Pero no os equivoqueis, si la película fuese de cualquier otro director me hubiese parecido bastante buena porque no esperaría lo que Shyamalan siempre ha dado, pero siendo suya decepciona, precisamente porque sé lo que este fantástico director es capaz de hacer y que aquí no ha hecho.